Introducción
Las formaciones secas, xéricas y subxéricas se
caracterizan por una alta distribución estacional de la
precipitación con periodos secos críticos de hasta seis
meses, temperaturas medias anuales superiores a 17° C y
evapotranspiración potencial mayor a la precipitación
media anual (Murphy & Lugo 1986). Usualmente, en los andes se
presentan en condiciones microclimáticas especiales tales como
sombras secas.
Las características de escasa precipitación durante
periodos largos, intensa radiación solar, baja humedad
relativa, altas temperaturas y fuertes vientos exigen de las especies
que los habitan unas adaptaciones morfológicas y fisiológicas
únicas. La vegetación típica de las formaciones
xéricas y subxericas comprende árboles pequeños
y arbustos achaparrados de hojas persistentes, coriáceas y
rígidas con gruesa cutícula o que las pierden en
verano, plantas espinosas y suculentas, rosuletos de hojas rígidas
y pequeños sufrútices y gramíneas que se secan
en el verano (Cuatrecasas 1958). La gran mayoría de estos
bosques se presentan como un matorral arbustivo a arborescente
integrado de manera dominante por cactáceas y fabaceas
(Ricardi 1996).
Las principales formaciones vegetales secas de América
tropical están concentradas en la costa norte del continente,
en los valles secos interandinos de los Andes del Norte (desde el
norte de Perú hasta Mérida en Venezuela), a lo largo de
la costa de Ecuador y Perú, en los valles secos de los Andes
centrales y en la vertiente occidental de los Andes del Perú
(Sarmiento, 1975). En Colombia estas formaciones xerofíticas y
subxerofiticas se encuentran localizadas tanto en tierras bajas
(cinturón seco del Caribe y valles secos interandinos por
debajo de los 1.000 msnm), como en tierras altas (enclaves secos
altoandinos de la cordillera Oriental, (Cavelier 1997) y en algunos
sectores de los llanos orientales (Pennington 2000).
Los Valles secos interandinos de tierras bajas
y subandinas están definidos como valles en "V"
por debajo de los 2.000 m en los que las condiciones de relieve
permiten efectos de sombra y otras condiciones microclimáticas
tales como precipitaciones anuales inferiores a los 1.800 mm.
Presentan afinidades con los ecosistemas costeros áridos, lo
que indica que probablemente estuvieron conectados en el pasado con
este tipo de vegetación y tuvieron condiciones climáticas
similares. Los valles interandinos secos actuaban como corredores que
conectaban las áreas costeras de todo el Norte de los Andes de
Suramérica (Sarmiento
1975). Se encuentran localizados en
Colombia principalmente en el cañón del río
Chicamocha, valle del Táchira, Ocaña, Aguachica,
inmediaciones de Cúcuta, Cañón del río
Cauca (Santa fe de Antioquia), Dabeiba (Valle alto de río
Sucio), Cañón del rió Dagua, Cañón
alto del Cauca, Cañón del río Amaime, cañón
del río Patía y Juanambú, Ipiales y algunos
sectores del Valle del río Magdalena.
En ellos se presentan matorrales espinosos de carácter
arbustivo, que varían de abiertos a semi-cerrados, estas
especies arbustivas están acompañadas por cactáceas
con diferentes formas de crecimiento. Los matorrales espinosos entran
en contacto con los bosques secos y en esa transición aparecen
especies que pierden sus hojas durante la estación de sequía
(Cavelier 1997).
Algunas veces se pueden encontrar ecosistemas secos por encima de los
2000 msnm como los localizados en el altiplano cundí boyacense
y en algunos cañones del Valle del Cauca, con temperaturas
medias anuales alrededor de los 13ºC. Las precipitaciones medias
anuales están entre los 500-1.000 mm como en el caso de Villa
de Leyva (Hernández Camacho et al. 1995).
En estas zonas el bosque andino es reemplazado por vegetación
arbustiva con predominio de cactáceas (Opuntia), fique
(Furcraea) y Agaves. En los enclaves secos interandinos que presentan
un amplio rango altitudinal (ejemplo, cañón del río
Chicamocha), las cactáceas son reemplazadas fisionómica
y funcionalmente por Furcraea y Agave (Agavaceae) (Van der Hammen
1997; Fernández-Alonso 1997).
Los ecosistemas secos son quizás los ecosistemas menos
prioritarios en el esquema de conservación actual, ya desde
1983 Jansen evidenciaba que solo el 0.09% del bosque seco neotropical
tenia algún status de conservación, y menos del 2% se
encontraba lo suficientemente conservado como para despertar el
interés de los conservacionistas; en la actualidad los
procesos de transformación y fragmentación no se han
detenido y se continúa poniendo en peligro un número de
ecosistemas y especies importantes para la conservación.
Colombia no es ajena a esa tendencia y en el Sistema de Parques
Nacionales Naturales solo el 0.4% de las alrededor de diez millones
de hectáreas protegidas incluyen áreas que contienen
ecosistemas secos (Álvarez et al. 1997). La mayoría de
estas áreas de conservación se encuentran en la región
Caribe y sólo en Área única Natural de los
Estoraques en el oriente colombiano hay 640 ha protegidas de bosque
seco y de vegetación xerofítica y subxerofítica
en la región Andina. No hay áreas protegidas en los
valles interandinos colombianos.
La clasificación de la vegetación
de tierras áridas usualmente presenta problemas debido a la
alta reflectancia del suelo, a la dispersión debida a los
doseles abiertos y suelos desnudos, a la mezcla variable de la
vegetación verde y la senescente en diferentes estados
sucesionales, y a la prevalencia de pastizales y arbustales. (Huete &
Tucker 1991; Pfaff et al, 2000; Arroyo-Mora
et al. 2003; Okin & Roberts 2004)
Debido a esto, y teniendo en cuenta otras experiencias de
mapificación de vegetación seca (Espinal &
Montenegro 1977; Hernández C. 1992; Etter 1998; Rodriguez et
al. 2004) en los que se la extensión de la cobertura
xérofítica ha presentado inconvenientes; se plantea una
metodología para cuantificar los ecosistemas de los valles
secos interandinos que ayuden a establecer objetos de conservación
en ellos.
Métodos
Área de Estudio
El estudio se realizó en dos enclaves
secos interandinos en el Departamento del Valle del Cauca en
Colombia: El enclave seco del cañón del río
Dagua está ubicado en la jurisdicción de los municipios
de Dagua, La Cumbre y Restrepo en las siguientes coordenadas: 76°
43' 53''W - 3° 49' 15. ''N extremo noroccidental y 76° 33'
2.''W - 3° 36' 35.68''N extremo suroriental a alturas entre los
500 a los 1300 msnm. El enclave seco del cañón del río
Tulúa está ubicado en la jurisdicción de los
municipios de Tuluá y Buga en el departamento del Valle del
Cauca a alturas entre los 1300 y los 2000 msnm, en las siguientes
coordenadas: 76° 5' 2''W - 3° 56' 35.''N extremo
noroccidental y 76° 1' 4''W - 3° 51' 10''N extremo
suroriental. (Figura 1). Ambos se encuentran en los Andes en montañas
fluviogravitacionales sobre filas y vigas moderadas a fuertemente
escarpadas con temperaturas que varían entre los 18º en
las partes altas a 24 º en las partes más bajas de los
cañones. El cañón de Dagua se encuentra en la
vertiente oriental de la cordillera occidental con una orientación
Norte-sur y el Cañon del río Tuluá se encuentra
en la vertiente occidental de la cordillera central con una
orientación Este- Oeste. La posición transversal de
estos cañones en relación a las corrientes de viento
húmedo que descargan la humedad a barlovento, hacen que a
sotavento, sobre todo las laderas bajas y fondo de los cañones,
se reciba poca humedad por encontrarse en posición de
sombra.(Flórez 2003). La precipitación varía de
800- 1200 mm al año, presentándose dos periodos secos
de enero a febrero y de julio a agosto.
Figura 1: Area de
Estudio
Metodología
Se desarrolló una metodología para el mapeo de
ecosistemas secos a través de la utilización de
imágenes multi-espectrales IKONOS en dos enclaves secos del
departamento del Valle del cauca.
Para el cumplimiento del objetivo se plantea un desarrollo
metodológico que está dividido en cinco fases.
Figura 2: Desarrollo
metodológico
Revisión de la información secundaria
Preparación de la información cartográfica
Para las áreas de Dagua y Tulúa se utilizaron imágenes
multi-espectrales IKONOS modo PAN & MS GEO del 2000-02-03 y del
2002-07-13 respectivamente. Las imágenes de satélite de
alta resolución son las más adecuadas para mapear zonas
secas por el fragmentación y el tamaño pequeño
de los parches existentes.
Además se revisaron las fuentes de información
secundarias relevantes sobre el mapeo de ecosistemas secos
(Hernández-Camacho 1992; IDEAM 1996; Etter 1998; IGAC 1998;
Rodríguez et al. 2004). Encontrando diferencias de criterios
en la delimitación de las mismas, aducida a factores de escala
que no permiten evidenciar de forma certera el estado actual de estos
tipos de cobertura.
Delimitación de las áreas de estudio
Los valles interandinos transversales presentan una serie de
condiciones de clima y relieve que propician la formación de
enclaves secos, además el tipo de vegetación presente
en estos lugares presenta una serie de características
espectrales que pueden ser diferenciadas utilizando imágenes
de satélite de alta resolución, por ello la
delimitación de los tres enclaves secos se realizó
teniendo en cuenta: el relieve usando el modelo digital de
elevaciones SRTM resolución 30 m; el clima usando la
información de las estaciones localizadas alrededor y en los
enclaves y a la respuesta espectral de la vegetación usando
las imágenes IKONOS.
Interpretación de las imágenes de
satélite
La interpretación de cobertura sobre imágenes de
sensores remotos se realizó a través de la
implementación de un enfoque de clasificación orientado
a objetos (o segmentos) usando lógica difusa. Para este efecto
se utilizo el software de análisis de imágenes [b+]]
eCognition v 4.0. Este software resultó ser versátil
para la delimitación de las unidades de cobertura necesarias
para la construcción del mapa de ecosistemas de los enclaves
secos, pues permite integrar el valor espectral de los píxeles
con las características de jerarquía y las relaciones
de vecindad propias de los objetos tales como los relictos de bosque
y los parches de matorral xérico y subxérico. Los
elementos de los objetos que se usaron al permitir una mayor
separación entre las diferentes coberturas vegetales secas
fueron la media de los valores espectrales en las cuatro bandas, la
desviación Standard de las bandas tres y cuatro, la diferencia
media a los vecinos más cercanos para las bandas dos y tres,
el brillo, la tasa de la banda uno sobre todas las bandas y para
separar los arbustales xerofíticos de otros rastrojos se usó
la textura usando la media de las bandas en una matriz de
co-ocurrencia en escala de grises (GLCM) en todas las direcciones.
Con esta metodología se evidenció la separación
entre los diferentes tipos de cobertura. Se clasificaron 16 tipos de
cobertura naturales y no naturales con este procedimiento. Los mapas
de cobertura obtenido luego de la verificación de campo a
escala 1:10000 son el insumo primario para la generación del
mapa de ecosistemas.
Aplicación modelo ecosistémico
La base conceptual y metodológica a partir de la cual se
obtuvo el mapa de ecosistemas de las tres zonas de interés,
siguió los lineamientos metodológicos establecidos por
el Instituto Humboldt, para la definición y delimitación
de ecosistemas (Etter 1998; Rudas et al. 2002; Armenteras et al.
2003; Rodríguez. et al. 2004; Romero et al. 2004). Se parte de
una conceptualización en donde la definición de
ecosistemas se basa en la asociación espacial de sus
estructuras verticales, es decir, como los componentes de un
territorio están integrados en un lugar, identificando y
determinando sus fronteras (Bailey 1996). El mapeo se basa en el
principio general de que su delimitación es una unidad
funcional basada en los componentes del territorio y en la escala de
trabajo utilizada, dejando una estructura abierta que permite
incorporar información de biotas para caracterizar, a nivel de
grupos biológicos, las unidades delimitadas de esta forma.
Así, la delimitación de las fronteras ecosistémicas
se realiza con los factores que controlan la distribución de
los mismos a varias escalas (Bailey 1996). Estos componentes son los
pisos climáticos, la humedad, la cobertura del suelo y la
geomorfopedología presentes en las zonas de interés, la
integración de esta información se realiza mediante
técnicas computarizadas de superposición temática
de mapas realizadas en el software ERDAS v. 8.7.
Análisis de la estructura y la composición
florística
Para tener una imagen del estado de
conservación de los enclaves y lograr conclusiones acerca de
cuáles deben ser los objetos de conservación en la
zona, se seleccionaron áreas de muestreo en bosque y matorral
seco. La identificación de estos lugares se realizó
teniendo en cuenta aquellos parches de ecosistemas naturales con
mayor área y aquellos con diferentes respuestas espectrales en
imágenes de satélite IKONOS. En el área de Tulúa
se seleccionaron cuatro áreas de muestreo en los ecosistemas:
Matorral subxérico secundario seco sobre filas y
vigas en diabasas en piso andino (28s-MF), Bosque secundario seco sobre filas y vigas en
diabasas en piso andino (26s-MF), Bosque secundario de cañada subhúmedo a seco
sobre filas y vigas en diabasas en piso subandino (22-MF) y Matorral subxérico secundario seco sobre filas y vigas en piso subandino (24s-MF). Para el área de Dagua se seleccionaron siete áreas de los ecosistemas Bosque y Matorral de cañada secundarios secos y muy secos sobre filas y vigas en diabasas y esquistos de piso subandino (8-MF), Bosque medio denso muy seco sobre filas y vigas en
diabasas y esquistos en piso subandino (1ms-MF), Bosque medio denso muy seco sobre conos de deyección en piso subandino (2ms-MC) y Bosque y Matorral de Cañada secundarios muy secos
sobre conos de deyección en pisos subandino (4ms- MC) para un total de 11 estaciones en 8 ecosistemas naturales.
La aplicación de índices de agrupamiento para conocer
las características afines de la composición y
distribución de la especies en las estaciones de muestreo se
realizo con base en levantamientos ecológicos rápidos
que permitieron establecer la presencia/ausencia de individuos y de
que manera cómo estas están actuando en la
funcionalidad y la dinámica de los parches evaluados.
En cada estación georeferenciada se delimitó un
transecto de 25m por dos metros y se evaluaron todos los individuos
con diámetro a la altura del pecho (DAP) mayor o igual a 10
cm.
A cada individuo muestreado se le midió el DAP, se estimó
su altura, su posición y se tomaron muestras botánicas
de todos los individuos. Con colecciones de herbario de la
Universidad del Valle (CUVC) y claves taxonómicas se
realizaron las descripciones a nivel de género.
Con base en los datos obtenidos se calculó la abundancia,
frecuencia, índice de valor de importancia y patrón de
distribución de las especies (porcentaje de disimilaridad de
Bray-Curtis). Se clasificaron los estratos en herbáceos,
arbustivos, subarbóreos y arbóreos según el
dosel de los árboles y su altura usando la metodología
propuesta por Rangel y Lozano (1976).
Resultados
Cañón del rio Dagua
La interpretación de cobertura se realizó utilizando
una imagen de satélite IKONOS multi-espectral que cubre el
81.52% del área total del enclave, representando 7664.45 ha,
de estas 207.7 has de la imagen presentan nubes/sombras, lo que
impide tener datos de ellas.
El 80.12% del enclave se encuentra transformado respecto a su
cobertura original que estaba constituida por bosque seco tropical y
matorral xérico, los cuales han sido transformados hacia
pastos (44.17% del enclave), cultivos (4.04% del enclave
principalmente caña y piña) y pastizales arbustales con
el 20% del área del enclave. Los ecosistemas transformados
ubicados en piso subandino ocupan el 70.47% (5401.3 ha) del área
interpretada y los ecosistemas transformados del piso Andino ocupan
6.2% (475.1 ha). En la Tabla 1 se presentan los resultados de los
ecosistemas transformados del enclave de Dagua.
En el enclave del río Dagua el 86.6% (1093.55 ha) de los
ecosistemas naturales intervenidos se encuentran piso subandino y el
resto (220.75 ha) en piso Andino. El 0.47% del área con
información se encuentra en ecosistemas naturales en bosque
medio denso (1ms-MF, 2ms-MC, 3s-ML) mientras que el 4% se encuentra
en ecosistemas secundarios de bosque seco subandino (4-MC, 5-ML,
6ms-ML, 7ms-ML y 8-MF) y solo el 0.3% en 3 ecosistemas secundarios de
bosque seco andino (14-ML, 15s-ML y 16-MF). El 24.8 % de los
ecosistemas naturales presentes se encuentran en bosques y matorrales
de cañada en pisos andinos y subandinos (8- MF y 16-MF) siendo
estos los tipos de ecosistemas boscosos más frecuentes; de los
demás sólo se encuentran remanentes aislados y muy
separados entre sí. En el Anexo 1 están los resultados
de los ecosistemas naturales y el mapa de ecosistemas del cañón
de Dagua.
Tabla 1.
Ecosistemas transformados del enclave de Dagua
Cañón del río Tulúa
El cañón de Tulúa tiene 7478 ha y no se tiene
información del 31.8% del enclave. El 72.51% del área
analizada se encuentra transformada respecto a su cobertura original
que era constituida por bosque seco tropical y matorral subxérico.
Los bosques y matorrales subxéricos han sido transformados
principalmente a pastizales-arbustales (24.6% del enclave), Rastrojos
(10.6%) y pastos no manejados (9 %). A diferencia del cañón
de Dagua, en Tuluá hay muy pocos cultivos (0.47%).
Sólo el 0.13% del área analizada se encuentra en
coberturas naturales y el 14,57% se encuentra en coberturas
seminaturales. El 58.3% de los ecosistemas seminaturales existentes
están constituidos por matorrales subxéricos
secundarios y el resto por pequeños fragmentos de bosques
secundarios alrededor de cañadas y en zonas de altas
pendientes. Se encuentran 4 ecosistemas naturales en el orobioma
azonal subandino (20s- MF, 22-MF, 24s-MF, 25s-MF) y tres en el
orobioma azonal andino (26s-MF, 27-MF, 28s-MF). La mayoría de
los ecosistemas transformados se encuentra en pastizales-arbustales
en piso subandino.
Las tabla 2 y el Anexo 2 presentan los resultados del mapeo de
ecosistemas en el cañón de Tulúa.
Tabla 2.
Ecosistemas Transformados del Cañón del río
Tulúa.
Aspectos Estructurales
En las localidades de Dagua se registraron 205
individuos, agrupados en 51 géneros y 50 familias botánicas.
El porcentaje de disimilaridad (UPGMA, group average) entre las
estaciones de muestreo varía de 0.26 entre dos parcelas
ubicadas en
Bosque y Matorral de cañada secundario seco y muy seco sobre
filas y vigas en diabasas y esquistos de piso subandino
(8-MF) a 0.79 entre el grupo conformado por estas dos parcelas y un
Bosque medio denso muy seco sobre conos de deyección
en piso subandino
(2ms-MC) y el grupo conformado por un ecosistema 8-MF en
un área poco accesible del río Pavas, un
Bosque y Matorral de Cañada secundarios muy secos sobre conos
de deyección en pisos subandino
(4ms- MC) y un
Bosque medio denso muy seco sobre filas y vigas en
diabasas y esquistos en piso subandino
(1ms-MF). Hay disimilaridad entre estos dos grupos de
unidades de muestreo. En dos de estas parcelas se encontraron
especies con algún grado de amenaza (UICN 2001) que son
Maclura
tinctoria
(Lr) y
Zanthoxylum gentry
(Lr/Vu) y
Cinchona officinalis
con datos insuficientes.
En las cuatro localidades de Tulúa se registraron 122
individuos, agrupados en 31 géneros y 25 familias botánicas.
El porcentaje de disimilaridad (UPGMA, group average, Bray-Curtis)
entre las estaciones de muestreo varía de 0.98 a 0.88. Hay una
diferencia significativa en cuanto a la composición de géneros
entre las diferentes estaciones de este enclave. La baja frecuencia
de las especies sumando todas las estaciones indica que son bosques y
matorrales muy heterogéneos.
Hay una disimilaridad de 0.79 entre las parcelas de Tulúa y
las de Dagua (UPGMA, group average), En el análisis de cluster
donde se agrupan las estaciones de muestreo hacia el interior de cada
enclave y no entre los enclaves, reflejando diferencias de hábitat
y de procesos ecológicos.
La mayor abundancia de individuos en Dagua que
en Tuluá. El mayor peso ecológico de las especies
evaluadas con un DAP mayor a 10 cm en la zona de Tulúa se
encuentra distribuido en los géneros Tabebuia
sp
con el 25,27, Sapindus
sp
con 24,82, Opuntia
sp
con 23,50, Clusia
sp,
con 20,37, Cinchona
sp con
18,27, Erytrina
sp con
17,59, Piper
sp
con 16,36 y Lantana
sp
con 13,47 que suman el 53, 22% del total del Índice de Valor
de Importancia (IVI).
En el caso de Dagua el resultado del IVI
muestra que los géneros con mayor valor son Myrtus
sp
con 59.92, Piper
sp
con 59.08 y Xanthoxylum
sp
con 34.93. Estos 3 géneros suman el 51.3% del total del IVI.
Las especies del género Myrtus
spson
de crecimiento rápido, colonizadoras de áreas
degradadas e intervenidas y actúan como especies sombrilla
creando un microclima propio para el desarrollo y establecimiento de
asociaciones vegetales propias de los enclaves secos. Su frecuencia
puede indicar es estado sucesional temprano y la degradación
de los ecosistemas del enclave.
Discusión
En el enclave seco de Dagua la mayoría de la cobertura vegetal
natural existente está compuesta por bosques y matorrales
secundarios que no tienen más de 10m de ancho y están
asociados a cuerpos de agua, con sectores totalmente despejados y con
una baja conectividad. Los parches más conservados se
encuentran en zonas de alta pendiente y en media ladera. Los bosques
de cañada asociados a los ríos principales del enclave
tal como los del río Dagua y el río Bitaco han sido
casi totalmente transformados aumentándose en estas áreas
las coberturas seminaturales de rastrojos y las transformadas de
cultivos y pastos.
Los matorrales subxéricos se ubican como parches aislados
primordialmente en las laderas occidentales de los cañones del
Dagua y de la quebrada Pavas y su extensión va disminuyendo de
Norte a sur. Estos matorrales subxéricos en el río
Pavas son también los que presentan un mayor porcentaje de
disimilaridad con respecto a las otras áreas de muestreo.
En las partes más altas de la ladera occidental del río
Dagua quedan unos bosques secundarios secos no asociados a cuerpos de
agua, remanentes de los bosques que existieron anteriormente en el
enclave. Estos parches serían los recomendados para establecer
áreas de protección municipal, aunque se recomendaría
simultáneamente establecer herramientas que ayuden aumenten la
conectividad usando los bosques secundarios de cañada.
Para el enclave del río Tulúa no se conocen estudios
anteriores sobre su composición florística o sobre su
historia de uso y transformación. La proporción de
vegetación natural existente es muy similar a la que se
encuentra en Dagua, y al igual que en este, se encuentra sobretodo en
las áreas de pendiente muy escarpada. En la franja protectora
del río Tulúa, los bosques y matorrales existentes se
encuentran como parches aislados y fragmentados, siendo más
frecuentes en las franjas protectoras de los afluentes Nogales y
Cofre. La vegetación subxérica se encuentra
principalmente en el costado Norte del río Tulúa, en
zonas de media ladera y con una alta pendiente. El enclave de Tulúa
presenta alturas desde los 1300 a los 2000 m. Presentando remanentes
de bosques Andinos subhúmedos en las partes más
elevadas del enclave.
La degradación que puede conducir a la desertificación
ocurre principalmente en ecosistemas sensibles bioclimáticamente,
en los que el déficit hídrico casi siempre está
presente (Thomas & Middleton 1994), En estos dos enclaves secos
hay una larga historia de ocupación humana, estudios de la CVC
(CVC 1994, CVC 2002) revelan que aproximadamente desde 1920 viene
dándose un uso intensivo del suelo orientado hacia el desmonte
de las coberturas naturales y consecuente introducción de
sistemas agropecuarios. Este tipo de intervención (tanto de
flora, fauna, suelo, agua) puede en cierta medida superar el umbral
de funcionamiento de los ecosistemas (Flórez, 2003), causando
la irrecuperabilidad de las condiciones originales en el corto y
mediano plazo y poniendo en riesgo la biodiversidad asociada a estos.
Conclusiones
Según el mapeo ecosistémico, hay un alto grado de
transformación y fragmentación en los enclaves: los
ecosistemas transformados predominan y los ecosistemas naturales se
presentan de forma dispersa., generalmente asociados a cursos de agua
con formas alargadas en donde la relación área-perímetro
es muy baja, en zonas de alta pendiente o a manera de parches de
tamaño pequeño en medio de áreas de pastura sin
manejo reciente. La mayor concentración de ecosistemas
naturales y seminaturales (con presencia de cactáceas y otras
especies típicas de estos ambientes) ocurre en zonas de
pendiente y de difícil acceso, pues en los terrenos planos,
aptos para la agricultura o ganadería, los ecosistemas han
sido transformados.
Las actividades antrópicas expresadas como quemas y
sobrepastoreo han degradado áreas que anteriormente estaban
cubiertas por vegetación xérica y bosque seco en los
cañones de Dagua y de Tulúa, lo que ha dificultando la
delimitación de las áreas naturales en estas zonas.
La metodología utilizada, usando un software orientado a
objetos y usando imágenes IKONOS ha permitido separar la
vegetación xérica y subxérica de otros tipos de
vegetación como pastizales, suelo desnudo y arbustales. Esta
es la primera aproximación para mapear enclaves secos usando
este tipo de tecnología.
Dentro de la planeación para la conservación esta
propuesta permite seleccionar áreas funcionales para conservar
a escala regional y local al determinar cuál la proporción
y el estado de los ecosistemas remanentes existentes. Los parches de
ecosistemas boscosos más grandes se encuentran en las partes
altas de la ladera occidental del cañón del río
Dagua y en algunos ecosistemas boscosos en la quebrada Nogales en el
cañón de Tulúa sin embargo ninguno de estos
parches tienen más de 30 ha y los análisis de la
estructura y composición florística de los muestreos de
los ecosistemas más representativos indica que ningún
parche sería suficiente para proteger los ecosistemas y las
especies existentes, por los que se recomienda además trabajar
en el reestablecimiento de las conexiones entre los diferentes
ecosistemas usando herramientas de manejo de paisaje.
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Anexo
Anexo 1: Ecosistemas Naturales del Cañón de
Dagua
Figura 3: Ecosistemas
Dagua
Tabla 3.
Ecosistemas Naturales del Cañón de Dagua
Anexo 2. Ecosistemas Naturales del Cañón de
Tuluá
Tabla 4.
Ecosistemas Naturales del Cañón de Tuluá.
Figura 4: Ecosistemas
Tulua
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